Belén Merelas, fundadora de Alizari Atêlier, fusiona su pasión por el arte textil con el uso de tintes naturales y estampados botánicos en su tierra natal, Galicia. Utilizando plantas y flores de esta pasada primavera, ha creado unos maravillosos estampados que Romualda ha convertido en sombreros únicos.
Con formación en biología, Belén ha logrado crear su propio jardín tintóreo, cultivado con plantas tradicionales, en homenaje a la belleza del color natural. Alizari Atêlier refleja su amor por el mundo vegetal y su deseo de crear arte que podamos vestir.
Con formación en biología, Belén ha logrado crear su propio jardín tintóreo, cultivado con plantas tradicionales, en homenaje a la belleza del color natural. Alizari Atêlier refleja su amor por el mundo vegetal y su deseo de crear arte que podamos vestir.
¿Cuéntanos un poco sobre Alizari Atêlier, qué te impulsó a sacar este proyecto
adelante?
La idea de lanzar Alizari surge en un momento de mi vida en el que estaba viviendo una crisis personal y profesional muy grande, en un punto de inflexión crucial en el que decidí abandonar la ciencia. Yo soy bióloga de formación y siempre he estado vinculada a la investigación a nivel académico. Tras estar varios años en el extranjero, en 2020 decidí volver a Galicia y empezar una tesis en mi tierra. Sin embargo, las cosas no fueron como pensaba y tras año y medio decido abandonar mi doctorado. En este punto, cansada y saturada del mundo universitario, empiezo a pensar en otras alternativas de vida.
Yo había experimentado con el estampado botánico con anterioridad, que llegó a mi vida de forma totalmente circunstancial. Años atrás, trabajé en un café orgánico y en una ocasión acudimos a una feria de productos ecológicos. Allí, una tarde al acabar mi turno, me encontré con dos artistas portugueses que hacían estampado con plantas y me fascinó el poder reconocer especies que conocía sobre los tejidos, era la primera vez que veía algo así y me cautivó por completo. Meses después me desplacé a Portugal al taller de estos artistas para poder conocer un poco más sobre esta técnica y ahí es donde empezó todo.
Empecé a pensar que quizás podría hacer de esta técnica mi proyecto y pensé que si lo consiguiese sería la persona más feliz del mundo. Los dos años posteriores a dejar mi tesis los consumí formándome en tintes naturales y estampado botánico con referentes nacionales e internacionales e invirtiendo y adquiriendo material para montar mi pequeño taller y poder lanzar Alizari al público. Fue un camino largo y en solitario pero muy bonito también y disfruto mucho compartiendo este proyecto y mis piezas con los demás.
adelante?
La idea de lanzar Alizari surge en un momento de mi vida en el que estaba viviendo una crisis personal y profesional muy grande, en un punto de inflexión crucial en el que decidí abandonar la ciencia. Yo soy bióloga de formación y siempre he estado vinculada a la investigación a nivel académico. Tras estar varios años en el extranjero, en 2020 decidí volver a Galicia y empezar una tesis en mi tierra. Sin embargo, las cosas no fueron como pensaba y tras año y medio decido abandonar mi doctorado. En este punto, cansada y saturada del mundo universitario, empiezo a pensar en otras alternativas de vida.
Yo había experimentado con el estampado botánico con anterioridad, que llegó a mi vida de forma totalmente circunstancial. Años atrás, trabajé en un café orgánico y en una ocasión acudimos a una feria de productos ecológicos. Allí, una tarde al acabar mi turno, me encontré con dos artistas portugueses que hacían estampado con plantas y me fascinó el poder reconocer especies que conocía sobre los tejidos, era la primera vez que veía algo así y me cautivó por completo. Meses después me desplacé a Portugal al taller de estos artistas para poder conocer un poco más sobre esta técnica y ahí es donde empezó todo.
Empecé a pensar que quizás podría hacer de esta técnica mi proyecto y pensé que si lo consiguiese sería la persona más feliz del mundo. Los dos años posteriores a dejar mi tesis los consumí formándome en tintes naturales y estampado botánico con referentes nacionales e internacionales e invirtiendo y adquiriendo material para montar mi pequeño taller y poder lanzar Alizari al público. Fue un camino largo y en solitario pero muy bonito también y disfruto mucho compartiendo este proyecto y mis piezas con los demás.
Eres de Galicia, ¿cómo influye el entorno y la cultura de Galicia en el enfoque
artístico y los procesos de creación?
El entorno en el que vivo es una parte primordial del proyecto. La vegetación, el clima, la iconografía, la arquitectura, etc…forma parte de la imagen de Alizari y de forma obligada se ve reflejada en las piezas que creo. Este proyecto se mueve con las estaciones, tengo que adaptar los procesos de creación al material del que dispongo en cada época del año y eso también me ha ayudado a ser mucho más observadora de lo que pasa a mi alrededor, de los cambios de vegetación, de lo efímero de las floraciones, de qué plantas dan paso a otras y de ser capaz de buscar y aprovechar nuevos recursos en cada uno de los ciclos.
Muchos de los materiales que usas son de cultivo propio, ¿cómo es ese proceso?
Para mi este proyecto no sería lo mismo sin mi jardín tintóreo. Creo que ésta es una parte fundamental tanto para mi persona como para el proyecto. Satisface profundamente mi parte bióloga, ya que además estoy especializada en ecología vegetal. Disfruto muchísimo de todo el proceso y creo que en parte es imagen de la marca. Creo que es un punto que me diferencia y le da valor a la pieza final.
Empecé hace tres años con un pequeño jardín de plantas tintóreas y desde ese momento he empezado a recoger semillas año tras año y a hacer crecer mi jardín. Formo parte de todo el proceso, desde la recolección de la semilla, la siembra en invernadero a finales de invierno, la preparación y abonado del terreno en primavera para el posterior trasplante de las plántulas, y el mantenimiento del jardín todo el verano, para acabar a principios de otoño de nuevo con la recolección de nuevas semillas para el siguiente ciclo. Es un trabajo continuo, que dura todo el año y que para mi le da sentido a lo que hago. El poder cultivar mi propio color vegetal y usarlo para teñir y estampar mis piezas es lo que más me gusta de este proyecto.
¿Nos puedes contar cómo funciona la técnica del estampado botánico?
Existen muchas variantes y técnicas distintas para estampar material vegetal sobre textil, pero el principio básico es que mediante el estampado botánico se produce una transferencia y unión de las moléculas colorantes presentes en las plantas al tejido. Esta adhesión, en general, no se da de forma natural, es decir las fibras naturales de los tejidos no tienen demasiada afinidad por las moléculas colorantes de las plantas, por ello necesitamos tratar los tejidos previamente con mordientes, en un proceso denominado mordentado. Para que se entienda y de forma abreviada, los mordientes son sales metálicas, es decir moléculas cuya estructura molecular permite que se creen enlaces atómicos estables tanto con las fibras como con los colorantes, por lo que actúan como un puente de unión entre ambos elementos. El uso de mordientes es un paso ineludible en el estampado botánico y permite que los colores queden fijos sobre el tejido y no se vayan con el lavado. Para que se pueda dar esta transferencia de colorantes desde las plantas al tejido necesitamos que haya una temperatura, humedad y presión adecuadas, por lo que usamos el vapor de agua caliente para cocer las piezas y que se produzca esta transferencia.
¿Qué es lo que más te gusta del proceso creativo?
Quizás lo que más disfruto es la planificación de las piezas. El resultado final de cada pieza no es circunstancial, si no que es el resultado de una idea premeditada y estudiada previamente. Debo pensar como conseguir el color que quiero de fondo, qué color me dará cada hoja y como combinarlos para obtener lo que quiero. Los mordientes que empleo son una importante fuente de variabilidad y por tanto una gran oportunidad para la creatividad, ya que dependiendo del mordiente empleado los colores obtenidos para cada planta y combinación son distintos. Para añadir una variable más, el tipo de tejido elegido también genera paletas de color distintas, por lo que el conocer todas las combinaciones de color es un reto, pero una parte muy creativa del proceso.
¿Cómo influye la estacionalidad de las plantas en las colecciones que produces?
La estacionalidad se ve reflejada en las piezas que creo. Según la época del año que sea puedo crear con unos u otros elementos. Me adapto a lo que el entorno me proporciona y no me ofusco en utilizar siempre las mismas especies todo el año. Cada estación tiene sus cosas buenas y malas, sus abundancias y ausencias y creo que esto es algo que se plasma en las distintas colecciones. Además, parece mentira, pero cada estación ya nos da los colores que la representan. En primavera es cuando salen las primeras hojas y los colores son brillantes, intensos, luminosos; en verano hay más flores y los tonos que imperan son los naranjas, verdes y el azul del índigo, en otoño aparecen algunas flores interesantes que nos dan tonos rojos caldero, se recolectan raíces y los colores de las hojas ya son mucho más oscuros. En invierno se recogen sobre todo elementos ricos en taninos (bellotas, piñas, cortezas de árboles, etc…) por lo que los colores que obtenemos son más marrones, negros, verdes… Por lo que creo que el ajustarse a lo que nos da cada estación no es una limitación si no una oportunidad para crear en sintonía con el entorno.
¿Qué desafíos enfrentas al trabajar exclusivamente con tintes y tejidos naturales y
cómo los superas?
En realidad, no encuentro una limitación el trabajar con tintes y tejidos naturales. Hoy en día, por suerte, existe muchísima oferta en cuanto a fibras naturales, con certificación orgánica y otros sellos de calidad y buenas prácticas. En general encuentro siempre lo que necesito, aunque sí que hay determinados tejidos que me cuesta más encontrar en fibra natural, pero es cuestión de paciencia o de buscar alternativas. En cuanto a los tintes naturales, también hay bastantes distribuidores especializados, pero el hecho de producir y recolectar mis propias fuentes colorantes hace que dependa muchísimo menos del producto externo y en muy pocas ocasiones compro material tintóreo.
¿Cómo seleccionas las plantas y materiales naturales que utilizas para teñir las
telas?
Actualmente cuento con 18 especies de plantas tintóreas en mi jardín. Empecé con unas 8-10 y cada año voy añadiendo especies nuevas. La elección de las especies que cultivo se basa en el estudio a lo largo de estos años de las especies de plantas tintóreas más usadas a lo largo de la historia. Para mi era importante el contar con especies de plantas que han sido protagonistas indiscutibles en los gremios de tintoreros en épocas antiguas y alrededor de las cuales había un comercio, un estudio y toda una cultura. Al cultivar especies como la Rubia tinctorum, que se emplea para la obtención de rojos a través de sus raíces, la Reseda luteola, con la que teñimos de amarillo, y el índigo japonés, Persicaria tinctoria, para la obtención de azul tenemos los tres colores primarios, y combinándolos podemos jugar alrededor de todo el círculo cromático. Estas tres plantas han tenido un role fundamental en la historia y el aprender sobre sus usos y tradiciones y el experimentar y crear recetas con ellas era imperativo para mi y para el proyecto. Además, cultivo plantas que admiro por las siluetas y colores que dejan en el estampado, como el Cosmos sulphureus o la Coreopsis tinctoria. Como veis muchas de las plantas normalmente relacionadas con el color vegetal tienen como epíteto específico “tintoria o tinctorum”, lo cual no es casualidad y nos da mucha información sobre su uso como fuente de color natural en la antigüedad.
Has vivido en muchos países distintos, ¿cómo te ha influido esto a lo largo de tu
carrera artística?
Creo que el hecho de sentirme en cierto modo un poco multicultural me ha dado facilidades a la hora de exponerme a un público más amplio y diverso. Me ha hecho contactar con otros profesionales del sector que viven a muchos kilómetros y ver mi proyecto como un reflejo de lo local, pero con proyección internacional. Al final esto es un fiel reflejo de lo que soy yo, con representación gallega pero consumiendo literatura y contenido en otros idiomas y manteniendo relaciones personales y profesionales con gente de otras culturas y lugares, y creo que esto me enriquece tanto a mi como al proyecto.
¿Qué te ha parecido juntar el mundo de Alizari Atêlier con el de Romualda?
Aprecio y valoro mucho el valor del trabajo hecho a mano y la artesanía llevaba a la
excelencia, el crear piezas únicas e irrepetibles y el conseguir vestir y aportar arte a nuestro día a día. Romualda es un proyecto que admiro por muchas razones, el hecho de combinar la pintura con el textil y poder crear piezas funcionales, elegantes y a la vez versátiles me parece increíble, y por otro lado el que esté dirigido por mujeres es un rasgo importante para mi. Todos los proyectos son dignos de apoyo y admiración, pero doy preferencia a colaboraciones con marcas o proyectos liderados por y para las mujeres. Creo que la combinación de ambas fuerzas es necesaria a la vez que muy bonita. Apuesto por el emprendimiento, la fuerza femenina y la colaboración entre nosotras para hacer historia y crear verdaderas obras de arte.