Cristina es la directora creativa de Romualda y una de las hermanas fundadoras de la marca.

Nacida en Madrid, creció con vistas a la sierra madrileña, entre los silencios de El Escorial y la exuberancia verde y húmeda de los prados asturianos, atesorando recuerdos y los colores cambiantes del cielo sobre el mar Cantábrico y la capital. Desde pequeña dibujaba mundos que no existían, personajes que hablaban su propio idioma, criaturas que habitaban entre las páginas de sus cuadernos como si fueran hogares secretos.

Estudió Bellas Artes en su ciudad natal, donde el arte se convirtió no solo en una herramienta de expresión, sino en una manera de habitar la realidad. Más tarde, se especializó en álbum ilustrado infantil, completando un máster que la llevó a profundizar en la narrativa visual, en la poesía del color, en la emoción contenida en una imagen. Ese lenguaje íntimo y simbólico —capaz de narrar sin palabras— sigue siendo el corazón de todo lo que crea.

Hace casi cinco años, junto a su hermana, dio forma a Romualda: un proyecto profundamente personal, construido con belleza, intuición y compromiso. Desde entonces, Cristina ha sido la encargada de trazar el universo visual de la marca, dando vida a estampados que no son solo patrones, sino fragmentos de un mundo propio. En ellos habitan figuras oníricas, paisajes suspendidos en el tiempo, flora y fauna que invitan al juego, a la contemplación y al asombro.

Pero su práctica artística no se limita al textil. Cristina pinta sobre papel, sobre tabla, sobre cualquier superficie que le permita seguir contando. Utiliza ceras, gouaches, acrílicos, óleos, collage, hilos, tintas, materiales encontrados. Su estudio es un refugio y un laboratorio, donde lo matérico se transforma en algo delicadamente etéreo.

Su obra respira libertad, emoción, intuición. No obedece a modas ni a reglas. Tiene algo de rito secreto, de ternura salvaje, de una sinceridad casi infantil. Cada trazo suyo parece contener una historia que se despliega lentamente ante los ojos atentos.

Cristina continúa creando sus mundos mágicos sin fronteras, como cuando era niña. Solo que ahora, esos mundos han crecido con ella —y con Romualda—, y se comparten con quienes aún saben mirar con los ojos bien abiertos.

Fotógrafa: Cecilia Renard